25 noviembre, 2009

San Pablo, un apasionado

Pienso que su juventud y pasión lo llevó a cambiar su suerte, de perseguidor a perseguido, ya que no sólo decide seguir a Jesús, sino que acepta las consecuencias de ese seguimiento. Pero para él sería en dos bandos en sus comienzos, pues no sólo lo perseguirían sus nuevos enemigos, sino los cristianos que le vieran acercarse a la comunidad, que querrían descabezarlo por todos los cristianos muertos bajo su espada.
Conversión significa, cambio total de dirección. Ir en dirección totalmente opuesta a la anterior.
Jesús mismo nos lo dice. A Dios se le da la cara o la espalda. “El que no está conmigo, está contra mi, el que no recoge conmigo, desparrama”. Es la radicalidad del seguimiento. ¿se puede dar este paso sin pasión?
La imagen de la caída del caballo, dice más de nuestro encuentro con el Señor de lo que imaginamos.
Pablo tuvo un momento de luz que entró en su corazón y su conciencia que le permitió ver la persona de Jesús.
Pablo cae en la cuenta de quién es aquel a quien persigue, no le queda otra cosa que dejar caer las estructuras que forjaron su vida anterior y construirla ahora con los verdaderos cimientos. Lo que le parecía ser el sentido de su vida, es ahora el sin sentido. La piedra que desecharan los maestros de la Toráh que él tanto amaba, era ahora la piedra angular.
Lo que Saúl creía, lo desdecía Pablo. Lo que Saúl anhelaba, lo aborrecía Pablo en su celo por su Señor.
Definitivamente este era un camino sin retorno, que no se puede recorrer en la tibieza, sino en un fuego devorador.


Pablo fue cautivado por ese amor de Dios en Cristo, tan intensamente, tan profundamente, que llega a decir: "me glorío en mi debilidad, porque cuando soy débil, entonces, soy fuerte."
Así de profunda se hace la unión entre Dios y el hombre. Llega a la entrega de si a tal punto, que se alegra de ser nada para que Dios entre en él, por que para Pablo, su vida sin Dios no tiene sentido, es estimada en nada.
Nunca nos niega la gracia, que es lo único que nos basta, porque la fuerza es de Él.
Sin el Amor, no podemos nada.


Este es mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo