25 noviembre, 2009

La Trinidad y la unidad en la diversidad

El misterio de la Santísima Trinidad nos habla de tres personas distintas en un mismo Dios, nos habla de la naturaleza de sociabilidad del Dios, un Dios que no está sólo y quiere compartir su Amor, esa es justamente la semejanza del hombre con su creador.
Eso nos lleva a contemplar una realidad que no todos entienden: la diversidad v/s la uniformidad.
Hoy se “mal” entiende la unidad y diversidad.
Hemos tergiversado su real significado, reducido su infinita dimensión y desvirtuado su valor.
Quizás esa sea una de las razones por la que nos cuesta tanto comprender la dinámica trinitaria (sin considerar que es un dogma de fe y que en nombre de lo mismo, poco nos empeñamos en profundizar).
El individualismo reinante es la resultante, no sólo de una ausencia de Dios, sino de una total indiferencia por conocerlo como realmente es.
Definitivamente hay varias maneras de creer en Dios. Sería bueno preguntarse… de qué manera creo en Dios. Lo más probable, es que sea un producto del mundo que yo me he creado para conveniencia personal.
En nombre de ese individualismo, no cabe otra cosa más que la uniformidad, por intolerancia a la diversidad que me estorba y demora mi llegada a la meta final, porque me obliga detenerme en el camino y asistir al necesitado. Mejor doy un rodeo y sigo bajando al abismo de mi egoísmo, donde tengo puestas todas mis esperanzas, donde no hay luz que me haga ver que la clave para mi felicidad, está en el Amor trinitario.


Este es mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo (pinchar en el título de esta entrada)