14 marzo, 2011

Tentados en nuestro desierto



En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo:
-Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
-Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo:
-También está escrito: No tentarás, al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
-Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
-Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y lo servían.

Mt 4,1-11

Tentar a Dios, "cosificar" a Dios como si fuera un interruptor automático que yo acciono y responde lo que deseo.
Comenzaría por aprender a orar. Hacer oración, siempre agradeciendo primero, pidiendo perdón y alabando. Muchas veces nos quedamos sólo con pedir y no digo, pedir perdón, sino pedir un deseo material.
Cada vez que nos limitamos a eso, damos cuenta de lo poco que es Dios para nosotros, del poco valor que le damos al regalo más grande que Él ya nos ha prometido. La vida eterna.
El límite de lo humano es tan pobre, tan mínimo, que sin la gracia de Dios, no podríamos desear lo verdaderamente importante.
Si estás ciego, pide a Dios que te de la luz para quedar pasmado ante tan gran regalo, en vez de conformarte con la casa de tus sueños, el auto último modelo, el puesto de gerente de una gran empresa, el premio de la Lotería o la suerte en el Casino.
Como Dios es mucho más que eso, su regalo no puede ser sino, infinitamente más grande que tus más grandes aspiraciones terrenales.
¡Qué fantásticos ofrecimientos le hace el diablo a Jesús, cuando lo tienta en el desierto!, sin embargo, el Señor lo rechaza y antepone la grandeza de Dios.
¿Qué adoramos, realmente? ¿A Dios o al dinero? cuidado dónde pones tu corazón. Si es en lo efímero, a la menor dificultad dudarás y te creerás abandonado por Dios. Eso es lo que quiere el maligno, para así tentarte y alejarte de Dios.
Que esta Cuaresma sea nuestro desierto en el que me despojo de todo para quedar desnudo ante la presencia de Dios, entregado a su gracia y confiado, como un niño con su padre y su madre. El diablo no tiene ningún poder, nada puede hacer mientras le digamos: NO.