14 julio, 2006

¿Para qué sirve el Antiguo Testamento? (II) Moral Social


Siguiendo en la línea del artículo anterior, volveremos la mirada al israelita del A.T. para comprender mejor y dimensionar correctamente el mensaje de Cristo. Toda su riqueza está en la evolución que experimenta el hombre de Dios desde su primera llamada, desde la primera promesa de Dios a hacer Alianza con él.

Para hablar de Moral Social, debemos ir a las Sagradas Escrituras como orientador del ethos social de los cristianos.
La obligación de justicia para con el prójimo era originariamente una obligación de justicia para con Dios, es así como los profetas proclaman justicias e injusticias delante de Dios, por lo tanto, las exigencias de justicia están ligadas indisolublemente a la religión y las prescripciones sociales son expresión de liberación de Dios para con su pueblo.
Es importante decir aquí, que esta dimensión se cumple principalmente en las prescripciones respecto de los más débiles. Esta “Justicia de Dios” se plenifica en el Cristo que nos justifica desde su propio comportamiento ético consecuente, hasta dar su vida.

La justicia en el A.T. tiene una dimensión comunitaria, por lo tanto, la justicia del A.T. es la estructura de la comunidad de la Alianza. La comunidad vive la justicia y los que forman parte de la comunidad realizan la justicia. La Ley es una forma de ordenar la vida en la Alianza.
La ley y el orden expresan la voluntad de Dios, que el A.T. expresa en una idea clara: justicia es fidelidad a la ley de Dios.

En la predicación de los profetas del A.T. se ve claramente el orden de importancia de estas prescripciones: 1. derecho del humilde, 2. del pobre, 3. de la viuda, 4. del huérfano, 5. del extranjero, 6. del asalariado, es decir, de los que los poseedores tienden a excluir de la comunidad de bienes y que deben ser reintegrados en ella. “No oprimas al mercenario pobre e indigente, sea uno de tus hermanos, sea uno de los extranjeros que moran en tus ciudades. Dale cada día su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita” (Deut. 24, 14-15).

Particularmente en el cumplimiento de la ley social es donde se pone a prueba la sinceridad de la religión y los profetas del A.T. acusan como vacía y vana la religión sin ética. Jesús, continúa la misma línea iniciada por los profetas en su predicación y actuación. “Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘misericordia quiero, que no sacrificio’, no condenaríasis a los que no tienen culpa” (Mateo 12, 7).

Con todo esto, comprendemos mejor la propuesta de Jesús a sus contemporáneos. Ellos cumplen la Ley de Moisés, desvirtuada, abusada, tergiversada por los poderosos. Jesús viene a hacerles ver que, entonces, tal como ayer, la religión está vacía, no vale nada. La Alianza ha sido rota, pero ¿por quién?, ¿por Dios?. No. Porque la infidelidad la realiza el hombre y volver los ojos hacia Dios significará hacer su voluntad, tener una conducta ética hasta el final.
La ética de antaño es la misma que Jesús viene a perfeccionar, a hacer cumplir y no a abolir.

¿Qué podremos decir hoy sobre la ética y las leyes sociales?
Si el ejercicio de la ética es lo que le da vida a la Alianza y la actualiza, ¿Podremos decir que las leyes sociales deben considerar el modelo ético cristiano, para dar vida y vigencia a nuestra sociedad?

Una religión sin ética, está vacía. Una sociedad sin moral, es solo metal que resuena.