08 enero, 2007

Algo del Evangelio





Martes, 9 de Enero de 2007

1º tiempo ordinario
Mc. 1, 21-28

“Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre".
El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.”

“Entraron en Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar”. Es la primera jornada en Cafarnaún, el primer día de la misión de Jesús.
Le antecede a este episodio, el bautismo en el Jordán que cierra el bautismo con agua, de Juan, para comenzar el bautismo con Espíritu Santo de Jesús, y se manifiesta en la purificación de las lecturas de toda esta semana.
Cuando Juan bautizaba, invitaba a la conversión, es decir, a dejar la vida de pecado y purificarse con el agua a una vida nueva, para recibir a Aquel que los liberaría definitivamente de la esclavitud del pecado.
Jesús va realizando este nuevo bautismo eficaz en la que purifica el alma.

… “les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”. Para explicar la “autoridad” de Jesús para enseñar, Marcos se vale del relato del espíritu impuro.

…"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". El mal, a la luz de Cristo, sólo puede salir revelando su identidad y reconociendo la identidad de Cristo.
Lo experimentamos cuando tenemos un encuentro con Jesús que ilumina nuestros rincones más oscuros. Cuando tomamos conciencia de nuestros pecados a la luz de Cristo, nos dolemos y queremos arrancar ese mal, es Cristo quien nos limpia en el sacramento de la Confesión.

Lo extraño es, que en este relato el espíritu impuro está en la Sinagoga, donde no podían entrar los impuros, y se dirige en plural, como portavoz de todos los que están ahí.
Jesús ha de purificar primero a los Judíos, que siguen las enseñanzas, la Ley mosaica para luego salir a buscar a los paganos. Hay varias imágenes con esta idea en el evangelio.
La Ley religiosa estaba viciada y sólo traía división y odiosidades, abusos y discriminación. Jesús viene a acabar con los demonios que habitan en las falsas enseñanzas.

… "Cállate y sal de este hombre". Ahora bien, lo que se refiere a la “autoridad” de sus enseñanzas, debemos remontarla a la expresión del A.T. para hablar de la autoridad de Dios. Dios, lo que dice, se realiza: “Hágase la luz, y la luz fue”.
Esa es la autoridad de Jesús, la de Dios que realiza con su palabra. Jesús no teoriza, acerca del mal, sino que lo arranca definitivamente.
Cada vez que nos confesamos es Cristo quien dice: “Cállate y sal de este hombre”

Esta eficacia de su palabra se repite en las lecturas de esta semana, Jesús se dirige a la suegra de Simón y la fiebre pasa, dice al leproso, "quiero: queda limpio", y se le quita la lepra, al paralítico dice: "tus pecados quedan perdonados" y se levanta, toma su camilla y va a su casa.

¿Cuando hablamos de Dios o de Jesús, lo hacemos repitiendo las escrituras sin vivirlas, o desde el testimonio vivo, que nos impulsa a seguir a Cristo y ser consecuentes con la vida que El nos regala?, ¿damos ejemplo?

Como se puede ver, de entrada, ya Jesús provoca un remezón, viene a purificar sin trámites lo que está sucio, es la experiencia de conversión que vivimos en el encuentro con Jesús, y cada vez que sea necesario viene a renovar nuestro bautismo con la purificación, como primer requisito para caminar con El.