04 septiembre, 2016

Tú Sabiduría

De la oración de este domingo (Domingo XXIII del Tiempo Ordinario)

Tu sabiduría es sorpresa para el niño,
desafío para el que busca
y promesa para el que sueña.

Tu sabiduría es necia
para quien quiere ser Dios,
pero cierta para quien se sabe
humano,
finito y frágil.

Tu sabiduría es cruz donde se alza
el que ofrece un brazo amigo,
una palabra cierta,
un encuentro liberador.

Tu sabiduría es llave que abre
portones largo tiempo cerrados
y trae a nuestras estancias
un aire de libertad y gozo,
de comunión y fiesta.

Haznos sabios, señor,
con esa sabiduría tuya
de evangelio y reino,
de camino y mesa.

(José María R. Olaizola sj)

23 abril, 2011

SÁBADO SANTO


El descenso del Señor en el abismo (ANÓNIMO)

Homilía antigua sobre el grande y santo Sábado

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra temió sobrecogida, porque Dios se durmió en la carne y ha des pertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.

Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y tomándolo por la mano le añade: Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: «salid»; y a los que se en cuentran en las tinieblas: «iluminaos»; y a los que dormís: «levantaos».

A ti te mando: despierta tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.

Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu pri mer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen de formada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los peca dos, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.

Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.

(Del blog EL BUEN CONSEJO)

03 abril, 2011

La calidad de la ofrenda


4:3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Yavé.
4:4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Yavé con agrado a Abel y a su ofrenda;
4:5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
4:6 Entonces Yavé dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
4:7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.
4:8 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
4:9 Y Yavé dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
4:10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
4:11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.


Vemos que en Caín y Abel, hay una diametral diferencia en la calidad de las ofrendas. Caín se siente seguro y con el derecho, por ser el primogénito, ese es su único mérito para tener la predilección de Dios.
Cuando ve amenazada su estructura mental, la percepción de si mismo en su relación con Dios, entra en pánico e indignación y replegado hacia si mismo completa su fatal ofrenda con el sacrificio de su propio hermano.
Lo mismo ocurre con los hermanos en la parábola del Hijo Pródigo. Si bien, el hijo menor se portó mal, su ofrenda de arrepentimiento y vuelta sincera y humilde al Padre le reestablece su dignidad.
Y ocurre que el hijo mayor, también se cree merecedor de la predilección de Dios por ser el mayor y se limita a hacer lo “formalmente” correcto: cumplir la Ley. También entra en indignación y rechaza el perdón del padre.

No hay ofrenda más pobre que la soberbia; no hay ofrenda más maldita y fatal, que la insolidaridad que nos repliega y nos hace “hijos mayores” , con sed de venganza y condena.
“Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘misericordia quiero, que no sacrificio’, no condenaríasis a los que no tienen culpa” (Mateo 12, 7).

Jesús ha bajado a recogernos hasta las más terribles miserias para levantarnos a todos y llevarnos de vuelta a Dios. El acto solidario más grande de la historia, debe ser fundamento y alimento, inspiración y referencia constante a la hora de presentar nuestras propias ofrendas.
La gran ofrenda de Dios mismo en su Hijo Amado, es directriz para la ofrenda diaria de servicio al prójimo, que nos compromete y nos permita responder por la vida de nuestro hermano. Responder, significa dar respuesta, ser responsable y guarda de nuestros hermanos.
La ofrenda es la respuesta a Dios y no una pregunta que es deuda, sangre derramada que grita y clama a Dios por la falta de solidaridad.

14 marzo, 2011

Tentados en nuestro desierto



En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo:
-Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
-Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo:
-También está escrito: No tentarás, al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
-Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
-Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y lo servían.

Mt 4,1-11

Tentar a Dios, "cosificar" a Dios como si fuera un interruptor automático que yo acciono y responde lo que deseo.
Comenzaría por aprender a orar. Hacer oración, siempre agradeciendo primero, pidiendo perdón y alabando. Muchas veces nos quedamos sólo con pedir y no digo, pedir perdón, sino pedir un deseo material.
Cada vez que nos limitamos a eso, damos cuenta de lo poco que es Dios para nosotros, del poco valor que le damos al regalo más grande que Él ya nos ha prometido. La vida eterna.
El límite de lo humano es tan pobre, tan mínimo, que sin la gracia de Dios, no podríamos desear lo verdaderamente importante.
Si estás ciego, pide a Dios que te de la luz para quedar pasmado ante tan gran regalo, en vez de conformarte con la casa de tus sueños, el auto último modelo, el puesto de gerente de una gran empresa, el premio de la Lotería o la suerte en el Casino.
Como Dios es mucho más que eso, su regalo no puede ser sino, infinitamente más grande que tus más grandes aspiraciones terrenales.
¡Qué fantásticos ofrecimientos le hace el diablo a Jesús, cuando lo tienta en el desierto!, sin embargo, el Señor lo rechaza y antepone la grandeza de Dios.
¿Qué adoramos, realmente? ¿A Dios o al dinero? cuidado dónde pones tu corazón. Si es en lo efímero, a la menor dificultad dudarás y te creerás abandonado por Dios. Eso es lo que quiere el maligno, para así tentarte y alejarte de Dios.
Que esta Cuaresma sea nuestro desierto en el que me despojo de todo para quedar desnudo ante la presencia de Dios, entregado a su gracia y confiado, como un niño con su padre y su madre. El diablo no tiene ningún poder, nada puede hacer mientras le digamos: NO.

11 noviembre, 2010

Conciencia primordial


Reyes 19:11-13

11 El Señor le ordenó:
—Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí.
Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto.
12 Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo.
13 Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le dijo:
—¿Qué haces aquí, Elías?

La voz de Dios es brisa suave. Este pasaje del A.T. grafica perfectamente dónde está Dios, dónde buscarlo: en la propia conciencia.
Dios nos habla con nuestra propia voz, porque la voz de Dios es simple.
Jesús también habla con simpleza y su palabra es efectiva: "a ti te digo, levántate".
Pero ¿cómo sabemos si es Dios quien nos habla y no nosotros mismos?
La voz de Dios nos da una tremenda paz; los frutos de lo que nos propone cuando nos habla, valen la pena; la invitación que nos hace, nos da gran alegría de vivir; y por último, lo que nos propone, no contradice lo que la Iglesia de Cristo nos enseña.
Pero tenemos miedo al silencio, sin embargo, Dios se sienta a esperar y nos llama una y otra vez, hasta que nos decidamos escuchar, entonces se pone de pie y llama, porque sabe que ahora si le escuchamos y responderemos como Samuel: habla, que tu siervo escucha.

(comentario a un artículo de una hermana en el Señor)
http://concienciaprimordial.blogspot.com

20 septiembre, 2010

Despedida a mi padre


Haciendo sobremesa, conversamos de muchos temas y era siempre interesante escucharte.
Uno de tus temas que compartimos eran las parábolas y entre ellas, tus preferidas eran:
La parábola del hijo pródigo,
La parábola del buen samaritano, pero la más comentada:
La parábola de los talentos:
(Mt 25,14-30)


14Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su herencia:
15a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
16Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.
17Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
18En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
19Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
20Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado."
21Su señor le dijo:
"¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."
22Llegándose también el de los dos talentos dijo:
"Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado."
23Su señor le dijo:
"¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."
24Llegándose también el que había recibido un talento dijo:
"Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
25Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."
26Mas su señor le respondió:
"Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;
27debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.
28Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.
29Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
30Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."

Hace muchos años, cuando te accidentaste, pediste a Dios, 10 años más de vida, para sostener a tu familia.
Y El, como siempre hace, te dio mucho más de lo que pedías.
30 años te dio, pero no de vida lisa y llana, ni postrado en una cama.
Fue una vida jugada, de entrega incansable, de arduo trabajo, de alegrías y tristezas, desde una silla de ruedas.
Fuiste un siervo bueno y fiel, que no enterró su talento, sino que lo multiplicó 100 veces más.
Entregaste consuelo, apoyo, consejo siempre oportuno y sabiduría a la familia, a los amigos, a los camaradas, a los compañeros de trabajo, de todos te hiciste prójimo.
Nadie puede decir, que pasaste por su lado, diste un rodeo y seguiste de largo, como el levita, sino que lo acogiste y lo atendiste, como el buen samaritano.
Siempre recordaste las palabras de Caín, desafiante: "¿Acaso soy yo el guarda de mi hermano?" y la respuesta de Dios en tu conciencia siempre fue afirmativa.
Hoy, vuelve tu Señor a buscar lo suyo. Tú, siervo fiel, entregas tu vida fértil, lúcida, optimista y generosa en sus manos.
Sabías que Dios te preguntaría solo una cosa para responder por tu vida:
"¿Cuánto has amado?"
Todos los que te conocemos, sabemos la respuesta y confiamos que escucharás de Dios decir:

"¡Bien, siervo bueno y fiel, en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor!"

25 noviembre, 2009

La idiotez de Jonás


Parte de un artículo del profesor Arturo Bravo sobre Jonás, el personaje bíblico:


"Se puede considerar una parábola en la que se narran las desgracias y rabietas de un profeta a quien Dios le ha encargado ir a Nínive a proclamar un mensaje contra la ciudad por su maldad (ver Jon 1,2). Jonás se levantó con rapidez… pero no para cumplir su misión sino para huir lejos del Señor: fue a un puerto y compró un pasaje en un barco que iba para el lado contrario al que había sido mandado."

"La reacción de los crueles ninivitas fue, por decir lo menos, sorprendente: creyeron lo que Dios decía, decretaron un ayuno seco que incluía hasta a los animales, se vistieron de penitencia y se convirtieron de sus malas acciones. Dios, por su parte, al ver esta reacción, retiró el castigo anunciado. Jonás bien podría ocupar un lugar destacado en el libro de records Guiness como el profeta más exitoso de toda la Biblia: convirtió a una ciudad de habitantes brutales con una sola frase. Pero Jonás, lejos de alegrarse con tal éxito, se enfurece a tal punto que le ruega a Dios que le quite la vida, explicándole tanto la causa de su huida como la de su furia: “Porque sé que eres un Dios clemente, compasivo, paciente y misericordioso, que te arrepientes del mal que prometes hacer” (4,2). La causa de la ira de Jonás es la misericordia de Dios, porque lo que el profeta esperaba era que cumpliera su palabra de destruir la ciudad, incluso se instaló fuera de ella para ver tal destrucción. El libro termina con una pregunta en la que Dios defiende su misericordia y confronta a Jonás con su mezquindad, con su idiotez."

"La figura de Jonás se presenta como la de un profeta idiota de idiotas, es decir, como el portavoz de los que se fijan sólo en sí mismos, en su propia identidad, concebida como algo estático y autorreferido. Jonás es una crítica aguda y feroz a una forma equivocada de creer: la que busca “nacionalizar” a Dios, hacerlo propiedad de nuestra nación, grupo o movimiento. Pero el libro de Jonás nos muestra que Dios no es el que nos fabricamos, sino el Absoluto, el Trascendente, el que no podemos hacer a nuestra medida, según nuestros intereses. Es el Dios nuestro y también el de nuestros enemigos o de aquellos a quienes despreciamos… aunque nos duela."

“Idiota” viene del griego ídios que significa “lo propio”, idiota, por tanto, es todo el que ve y se preocupa sólo por lo propio, no es capaz de ver más allá, a los otros.

Mi comentario:
No sé porqué este Jonás me hace recordar el fenómeno televisivo de “Pelotón”.
Un grupo de “re-clusos-mentales” que juegan a ser auténticos, sensibles, fuertes héroes y forjadores de su destino con aspiraciones intrascendentes.
Creo que a estas alturas, no les molesta hacer el papel de idiotas, ni como protagonistas, ni a otros, como espectadores.
Como protagonistas, los soldaditos de la farándula creen ir en dirección opuesta a lo absurdo y sin sentido, pero el dios TV los lleva donde él quiere… al soberano ridículo para matar el aburrimiento.
Cuando parece que da el gusto a los espectadores, que se creen que realmente participan en el curso y destino de los “pelotitos”, resulta que se teje una trama maquiavélica para tener a los televidentes dentro de este gran pez de la obsesión expectante, sufriendo penitencia por culpa de las intrigas y jueguitos emocionales de los re-clusos.
En definitiva, el tejido de yoísmo que se teje dentro de la base y el que se teje fuera de ella, los convierte en perfectos idiotas que sólo se miran a si mismos, haciendo cualquier cosa, menos lo que Dios grita en su conciencia dormida.
Si la filosofía de vida cotidiana apunta a hacer lo que se nos antoja y esperar sentados los resultados estimados, creo que no estamos dando cabida a Dios.
En esta vida dentro del gran pez, re- clusos de mente y corazón, malhumorados por las vicisitudes de la vida, difícilmente podemos hacer caso a Dios.
¿Qué ocurrirá cuando caigamos en la cuenta de nuestra idiotez frente a Dios?, ¿Cuando, en su legítimo derecho, nos envíe de vuelta y contemplemos malhumorados su voluntad y no la nuestra?
Si no hacemos el ejercicio de vida sobria en lo personal y dadivosa en la entrega a los demás, creo que terminaremos dentro del gran pez, espero que purgando todas nuestras idioteces, gracias a la misericordia divina.

(pinchar en el título de esta entrada para ver el artículo completo del profesor Arturo Bravo)

El desierto de Cuaresma

Jesús es el Maestro que nos enseña a tener los ojos puestos en Dios. Cuando los tengo puestos en mi, Dios pasa a ser un elemento secundario o peor, un accesorio ridículo que ostento como metal que resuena.
Paradoja es, que mientras más miro a Jesús, más me veo a mi misma, pero como verdaderamente soy: hija de Dios.
Mientras más salgo de mí, más cerca estoy de aquel que está fuera de mi: Cristo, mi Maestro.
Yo diría, hasta ahora, que lo esencial para el desierto es mi mirada puesta en el Maestro, porque El es el que me lleva al Padre, hacia esa Tierra Prometida en donde ya está edificada mi casa, mi lugar junto a Dios.
Todo lo que poseo puede transformarse en mi perdición si no los veo con los ojos de Cristo, ellos debieran ser mi mayor tesoro.
Mis ojos, entonces deben ser los ojos de Cristo. Mirarlo a El para transformarlos a lo suyos. No hay nadie que pueda vencer a la tentación de vanagloria, sino Cristo. Cuando salgo a su encuentro, llego a El despojada de todos mis apegos. No hay otra forma de mirarle, ni menos de seguirle. No puedo dar un paso sin su mirada en mi y mi mirada en El.
Pero aún más, no hay forma de que pueda yo recuperar la salud: mi vista para una mirada sobrenatural, mi andar en el sendero de la Vida, mi pureza en el corazón dispuesto a su Voluntad, si no tengo la fe que el Maestro me reclama para obrar los milagros.
Entonces, mi único bien, que nadie me puede quitar, que no pesa, no estorba, no me paraliza en medio del desierto y mi único tesoro, resulta ser la Fe.
Mi fe es el maná que me reconforta en el difícil trayecto por este desierto que nos aflige, nos consume día a día, nos desafía y nos deja perplejos viendo espejismos.
Si, en el desierto hay muchos demonios, pero sobretodo, está Dios que nos acompaña, nos recoge, nos lleva en brazos mientras mantengamos viva la fe. Esa fe se alimenta y se vivifica en el Amor, porque la fe sin el Amor, sin las obras, no es nada, sólo llega a ser un accesorio que ostentamos como metal que resuena.



Este es mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo

San Pablo, un apasionado

Pienso que su juventud y pasión lo llevó a cambiar su suerte, de perseguidor a perseguido, ya que no sólo decide seguir a Jesús, sino que acepta las consecuencias de ese seguimiento. Pero para él sería en dos bandos en sus comienzos, pues no sólo lo perseguirían sus nuevos enemigos, sino los cristianos que le vieran acercarse a la comunidad, que querrían descabezarlo por todos los cristianos muertos bajo su espada.
Conversión significa, cambio total de dirección. Ir en dirección totalmente opuesta a la anterior.
Jesús mismo nos lo dice. A Dios se le da la cara o la espalda. “El que no está conmigo, está contra mi, el que no recoge conmigo, desparrama”. Es la radicalidad del seguimiento. ¿se puede dar este paso sin pasión?
La imagen de la caída del caballo, dice más de nuestro encuentro con el Señor de lo que imaginamos.
Pablo tuvo un momento de luz que entró en su corazón y su conciencia que le permitió ver la persona de Jesús.
Pablo cae en la cuenta de quién es aquel a quien persigue, no le queda otra cosa que dejar caer las estructuras que forjaron su vida anterior y construirla ahora con los verdaderos cimientos. Lo que le parecía ser el sentido de su vida, es ahora el sin sentido. La piedra que desecharan los maestros de la Toráh que él tanto amaba, era ahora la piedra angular.
Lo que Saúl creía, lo desdecía Pablo. Lo que Saúl anhelaba, lo aborrecía Pablo en su celo por su Señor.
Definitivamente este era un camino sin retorno, que no se puede recorrer en la tibieza, sino en un fuego devorador.


Pablo fue cautivado por ese amor de Dios en Cristo, tan intensamente, tan profundamente, que llega a decir: "me glorío en mi debilidad, porque cuando soy débil, entonces, soy fuerte."
Así de profunda se hace la unión entre Dios y el hombre. Llega a la entrega de si a tal punto, que se alegra de ser nada para que Dios entre en él, por que para Pablo, su vida sin Dios no tiene sentido, es estimada en nada.
Nunca nos niega la gracia, que es lo único que nos basta, porque la fuerza es de Él.
Sin el Amor, no podemos nada.


Este es mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo

El Reino de Dios, se acoge

Me conmueve la delicadeza de Dios, al querer que el hombre sea tierra donde plantar la semilla de su Reino.
Si acepto ser tierra para que germine, inevitablemente crecerá y se extenderá, sin que yo sepa cómo y cuándo sucede esto… es un milagro, porque no somos capaces de ver con claridad el proceso, sino que vemos el contraste entre lo que fue y en lo que termina.
Participar del Reino con mi voluntad de ser tierra que acoge la semilla es la experiencia constante de conversión a la que San Juan Bautista, Jesús y luego los apóstoles y evangelistas invitan al hombre en la historia hasta nuestros días con la acción del Espíritu Santo.
En el momento en que acepto ser tierra, el Reino ya es una realidad, aunque aún sea promesa, un concepto único y novedoso que incluso hoy resulta desconcertante para este nuevo hombre dotado de conocimiento y ciencia.
Dónde radica la aceptación de esta realidad tan fuera de serie y desconcertante: en la fe y la humildad de quien se sabe amado por su creador que lo busca incansablemente y lo trae de vuelta a casa.


Después de María Santísima, el primero en acoger el Reino de Dios en Jesús, fue San José, que queriendo serle fiel a Dios, estaba dispuesto a abandonar a María en secreto.
Dios le confía una misión de salvación al Justo y le ayuda en las vicisitudes, porque ve que lucha por serle fiel en todo momento, Dios le guía en su conciencia.
Para anunciar el Reino de Dios, hay que acogerlo completamente y se acoge adhiriéndose a su mensaje generosamente.
La voluntad de Dios se manifiesta en el que es fiel. La Salvación se le confía como misión Divina, no humana.
La obra es de Dios, nosotros somos mediadores en Jesús y nuestra fidelidad se realiza en el seguimiento.

La Trinidad y la unidad en la diversidad

El misterio de la Santísima Trinidad nos habla de tres personas distintas en un mismo Dios, nos habla de la naturaleza de sociabilidad del Dios, un Dios que no está sólo y quiere compartir su Amor, esa es justamente la semejanza del hombre con su creador.
Eso nos lleva a contemplar una realidad que no todos entienden: la diversidad v/s la uniformidad.
Hoy se “mal” entiende la unidad y diversidad.
Hemos tergiversado su real significado, reducido su infinita dimensión y desvirtuado su valor.
Quizás esa sea una de las razones por la que nos cuesta tanto comprender la dinámica trinitaria (sin considerar que es un dogma de fe y que en nombre de lo mismo, poco nos empeñamos en profundizar).
El individualismo reinante es la resultante, no sólo de una ausencia de Dios, sino de una total indiferencia por conocerlo como realmente es.
Definitivamente hay varias maneras de creer en Dios. Sería bueno preguntarse… de qué manera creo en Dios. Lo más probable, es que sea un producto del mundo que yo me he creado para conveniencia personal.
En nombre de ese individualismo, no cabe otra cosa más que la uniformidad, por intolerancia a la diversidad que me estorba y demora mi llegada a la meta final, porque me obliga detenerme en el camino y asistir al necesitado. Mejor doy un rodeo y sigo bajando al abismo de mi egoísmo, donde tengo puestas todas mis esperanzas, donde no hay luz que me haga ver que la clave para mi felicidad, está en el Amor trinitario.


Este es mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo (pinchar en el título de esta entrada)

La Cruz, escándalo para los propios cristianos

El amor sin medida parece ser un escándalo para la comprensión humana, Pedro es el primero en preguntar sobre los límites del amor, pero Jesús le advierte que esos límites no son de Dios.
Amar hasta que duela, parece ser un escándalo en la manifestación del amor humano, siempre el amor propio nos repliega hasta nuestros propios muros, esa fortaleza de yoísmo que hemos erigido en torno nuestro.
La Cruz es el despojo total de si mismo y el sentido más alto del dolor humano. No puede tener esta disposición otra consecuencia, sino el triunfo definitivo.
La pregunta es: ¿tenemos real conciencia del premio inmerecido que se nos promete al amar “escandalosamente”?
¿Tenemos los ojos puestos, realmente en la vida eterna? A mi me parece que no. Es más, no nos parece evidente el triunfo final ante tamaño sacrificio. Estamos en la cultura de la Ley del menor esfuerzo.


Me parece más bien que hemos cerrado las facultades que nos permitían ver, pretender y gozar de esa promesa que se puede vivir ya como una realidad, desde la fe….. y desde la Cruz.
La escasa relación y diálogo con Dios ha atrofiado nuestra mirada sobrenatural y la ha limitado a un espejo que sólo refleja nuestra propia imagen “enchulada” a nuestro propio antojo. Dios se debe parecer a nosotros, pensar como nosotros, amar como nosotros y tener una “sana” cuota de mezquindad, para salvar su honor, claro está.
Que no nos haga ver como idiotas, ni nos apunte con el dedo, ni nos haga caer en la cuenta del sentido del ridículo, de nuestro propio endiosamiento.
Que siempre nos justifique y nos proporcione la visa para irnos derechito al… cielo? o lo que sea que hay después de esta vida. Y eso, si estamos pensando que vamos a un cielo.
He visto muchas almas vacías y resignadas a pensar que no van a ninguna parte, no se si es falta de fe o de soberana flojera…. las empresas materiales a las que están entregados parece tener más sentido y dar frutos más inmediatos en este mundo tan acelerado, antes que nos coma el tiempo.
Qué ridículo será ese tiempo cuando nos toque enfrentar el paso hacia la eternidad!!!!!!!.
Esa falta de visión si que es motivo de escándalo!!!!




Este fue mi comentario a un interesante artículo del profesor Arturo Bravo

23 noviembre, 2007

Santa intimidad



¿Qué queda después de los afanes del día, en una pausa en el camino, en un momento de silencio, en un rato de oración?

Sólo Dios permanece, sólo El sigue estando allí, más al descubierto, sin ruidos internos impidiendo notar su presencia.

Cuando se produce el reencuentro, cuando lo reconozco como mi esencia y mi todo, me siento abrazada y todas las preocupaciones de este mundo se disipan.

Dios es lo más mío que puedo experimentar. Nada ni nadie me puede llegar hacer sentir una intimidad más grande, más genuina que la presencia de Dios.

Es el gozo más grande, un pedacito de cielo en medio del mundo enajenante, una anticipación amorosa del Amado para con su sierva inútil.

16 noviembre, 2007

Santo propósito



Mi santo propósito es, salir de mí misma y contemplar a otro: Cristo.
Pero debe ser una contemplación en la acción, en el sacrificio concreto, en el servicio eficaz.

Cuando me quedo en mis deseos o pensamientos, hago lo que no quiero, lo que ofende a Dios y mi único remedio es la oración, la confesión y la Santa Comunión. Sin ese alimento no sé llegar de vuelta al olvido de mí para imitar a Cristo.

Contemplar a Cristo debe realizarse en la imitación de Cristo y andar como El anduvo, sufrir como El sufrió, mirar con sus ojos, hablar con sus palabras, servir con sus manos y amar con su corazón.

Cuando yo no soy, Cristo es todo en mí.

12 abril, 2007

Vamos de camino





Comenzando un nuevo año de preparación para los sacramentos en las distintas parroquias de nuestro país y siendo esto en plena Pascua de Nuestro Señor Jesucristo, en la alegría de su Resurrección, me permito hacer esta invitación a catequistas y confirmandos de todas las comunidades:


Vamos por el camino de la vida, la de todos los días, la del trabajo, la familia, los amigos, la de la calle hacia nuestras obligaciones, la de la rutina, la del refugio, la del hambre espiritual, de los ritos y sacramentos, la de las aspiraciones, sueños e ideales.

La vida de todos los días que lleva desde hoy la impronta del Amor Divino con rostro de Hombre, la vida de Cristo en nuestras vidas para llevarnos al Padre que es la meta final, donde se verán cumplidos nuestros sueños, donde la promesa de la felicidad plena y definitiva es una realidad.
La vida de todos los días, esa que se construye paso a paso, codo a codo con nuestros hermanos y con Cristo.
La vida valiosísima a los ojos de Dios, nuestro creador.
La vida por la que queremos responder con Amor a nuestro Hacedor Eterno.

Vamos de camino, con lo que tenemos y lo que somos, porque así nos ama Dios incondicionalmente, vamos de camino aprendiendo con Cristo a corresponder a tanto Amor en nuestra vida, la de todos los días.

Feliz Pascua de Resurrección